Dicen que los géminis tenemos doble personalidad, y es verdad.
En mi caso, somos más de dos, y no sabéis lo difícil que es la convivencia aquí dentro.
Uno de los habitantes, es un soñador incurable, y culpable de muchas de las consecuencias que sufro hoy en día en silencio.
Un día despertó queriendo ser una estrella del rock. Fue tal su convicción, que me obligó a abandonar el paraíso: Una islita caribeña, de playas blancas, sol eterno, peces de colores, y mi hogar durante cuatro años. Hijoputa!!!
Cantante no podía ser, por que mis cuerdas vocales no servían ni para tender la ropa.
Probé a ser batería, y busqué a alguien que fuera capaz de enseñarme a coordinar mis extremidades. No encontraba a nadie, hasta que conocí a un tipo que tocaba en las misas de una iglesia Adventista del séptimo día…yo, un fan de los Black Sabbath tocando en una iglesia, y encima, Adventista del séptimo día, ¿Qué coño era adventista?, y ¿Qué coño pasaba el séptimo día?
El tío pretendía enseñarme cumbias con influencia cristiana, cuando yo exigía un sonido más cercano a Judas Priest invocando a Satán, y mientras tanto, otro pavo intentaba convencerme de que ingresara en su rebaño. Al final se cumplió la profecía, y al séptimo día, me levanté, y me piré.
Quise probar con la guitarra, y esta vez tuve más suerte, no por mis facultades, no. Encontré un increíble colectivo de guitarristas, que no tenían ningún inconveniente en allanarme el duro camino de las seis cuerdas, y es que pronto se dieron cuenta de mi…talento, y se compadecieron de mi. En cualquier caso, guardo un entrañable recuerdo de este periodo de mi vida.
Con el tiempo me mudé de nuevo a Barcelona, o más bien a uno de los pueblos de la primera corona inmediata a la ciudad condal, un pueblo gris y aburrido, de cuyo nombre no quiero acordarme, marco ideal para que nada distrajera mi atención a la guitarra. Y así habría sido de no ser por uno de mis yo dominantes, más disperso que Aznar recitando el Señor de los anillos en inglés, indisciplinado y vago, y principal sospechoso habitual de mi fracaso escolar, tema que merece un post aparte.
Una tarde que estaba haciendo un solo de dos notas, recibí la visita de mi mejor amigo y mi hermano, para ver como iba progresando. Se aburrían, pero como iban pasados de porros, aproveché la ocasión, y les propuse montar el grupo de rock más importante al norte del río Ebro: Street Collition
Explicar el origen del nombre, desvelaría secretos trascendentales relacionados sobre mi verdadero estado de salud mental, por lo que de momento me reservo esta información.
Mi mejor amigo, al que llamaré Gran Notorius, para no revelar su identidad, y así evitar que lo localicen los de hacienda, tenía más o menos las mismas aptitudes musicales que yo, por lo que se decidió por el bajo, pues pensaba que al tener menos cuerdas le sería más fácil aprender. Mi hermano, al que llamaré Goku, por su enfermiza adicción a la serie Dragon Ball, tenía incluso menos aptitudes musicales que nosotros, pero por eliminación, solo podía escoger ser cantante o batería. Sus cuerdas vocales, son todavía hoy, motivo de estudio en una prestigiosa universidad cerca de Barbate, por lo que la elección era sencilla.
Gran Notorius, dejó de consumir sus ducados por un mes entero, motivo por el que Tabacalera rozó la bancarrota en el año 91, y pudo por fin comprarse un bajo en condiciones. Goku, que era el único que tenía trabajo estable, como donante de sangre, tenía dinero suficiente para comprarse una batería, pero no le alcanzó para comprarse los platos, lo que remedió temporalmente forrando con cinta adhesiva, vinilos de Enrique y Ana y Torrebruno. Esta circunstancia, y nuestra forma de tocar, nos hizo ganar muchos enemigos, envidiosos de que tres post-adolescentes pudieran generar tal cantidad de… ¿música?
Los ensayos en casa de mis padres dieron sus frutos muy pronto, y la comunidad de vecinos, nos pidió amablemente, que fuéramos con la ¿música? a otra parte.
Por suerte, mi abuela tenía una casita en el campo. Trasladamos todo nuestro arsenal, y acordamos que cada fin de semana iríamos a ensayar.
A pesar de nuestra música, parecía que los payeses de la zona no se quejaban, lo que me tranquilizó bastante, teniendo en cuenta que apenas unos meses antes, en mi etapa de director de cine, protagonicé cierto escándalo público, al correr yo y dos sujetos más, vestidos con taparrabos, caracterizados de indios aztecas, para el rodaje de un cortometraje.
Ensayábamos mucho, descansando solamente para comer, liar algunos porros, darle al whisky Dick, jugar al strip-parchis, y ver fútbol. A pesar de que tocábamos mal de cojones, hicimos nuestro el lema principal del manual elemental del padauan heavy: -“Si no sabes tocar, pon el volumen al 10”, y un día, por fin se nos recompensó con la visita del delegado de eventos del pueblo, que estaba interesado en que tocáramos en la fiesta mayor. Creo sinceramente, que este tío arrastraba secuelas por malos tratos, y se quería vengar de su padre que ese año había sido elegida “Reina de las fiestas”.
Es evidente que nuestra primera reacción fue de pánico. No estábamos seguros de si en realidad, el concierto lo habían organizado para asegurarse de que cuando terminaran las fiestas, la gente se iría derechita para sus casas y así evitar actos vandálicos, provocados por el exceso de alcohol o el abuso de extracto de tomillo, típico en este tipo de celebraciones rurales, o peor aún, temíamos la posibilidad de que se tratara de un linchamiento público, para obligarnos a abandonar el pueblo, o por lo menos la ¿música?
Pero poco a poco lo superamos, el whisky Dick nos devolvió el valor, y aprovechando las circunstancia de que yo sufría de personalidad múltiple, uno de mis yo, se proclamó en líder indiscutible de la banda, y en pleno delirio de grandeza, conjuró al resto de la banda, que estaban muy perjudicados, a que cumpliríamos con el compromiso, aunque fuera lo último que hiciéramos.
Al día siguiente, a pesar de la resaca, manteníamos intacta nuestra convicción, nada podría desmoralizarnos.
Para celebrarlo, decidimos dar un adelanto al pueblo, para que vieran lo que se les venía encima, y sacamos todo nuestro equipo al patio trasero. Goku, montó su batería, que para entonces ya tenía platos de verdad, lo que le hacía más letal, y además había añadido un bombo más a su arma de destrucción masiva. Gran Notorius, que ahora se hacía llamar Big Notorius, afinó su bajo con increíble precisión, teniendo en cuenta que con la otra mano preparaba un mai de dos papeles. Mientras tanto, yo iba conectando mi sarta de pedales, y ajustaba mi ampli, un poco apartado del resto, era la soledad del mando, pero mantenía firme mi convicción, pasara lo que pasara.
Cuando las primeras notas empezaron a sonar, todos los pájaros empezaron a emigrar antes de tiempo, especialmente uno que había sobrevivido a sus tres hermanos, en la famosa matanza aviar de Castellón.
Nos sentíamos pletóricos, con la adrenalina a tope, solo se oía nuestra ¿música?, quizás algunas persianas que se abrían, o se cerraban.
No tardó en venir nuestro primer público. Un Anciano y su nieto, se acercaron justo al margen del patio de la casa.
Big Notorius, me miró con esa mirada cómplice que hay entre los músicos, y enseguida entendí, miré a Goku, y no entendió nada, había enloquecido con tal cantidad de ruido. Volví a mirar a Big Notorius, que se había acercado a mí, con los típicos movimientos descritos en el manual básico del heavy guerrero, y enseguida le imité. La cara del abuelo era impasible, pero la del niño era de total sorpresa, no esperaba que dos adultos fueran capaces de hacer tales movimientos, sin sentir vergüenza.
Goku marcó el final de la pieza, con un solo de dos bombos, pues las baquetas no habían resistido, a la vez que Big Notorius, literalmente machacaba su bajo, para apagar un pequeño incendio provocado por la colilla del mai, y yo lo adornaba todo con mi famoso solo de dos notas. Fue un final increíble, irrepetible!!!
Nos miramos los tres, exhaustos, extasiados, satisfechos, y miramos al niño, que mantenía la boca abierta, mientras su abuelo subía el volumen a su sonotone. Se quedó mirando a su nieto, y le dijo: - “Estudia, si no acabarás como estos tíos”
No superamos el golpe. No cumplimos con nuestro compromiso, y tampoco hizo falta que nos echaran del pueblo.
La banda se disolvió debido a diferencias musicales, y por motivos de salud, la de nuestros padres.
Vendimos casi todos los instrumentos, a excepción del bajo de Big Notorius, que había sufrido quemaduras de tercer grado.
Y el resto es historia, bueno, ciencia-ficción.
Este relato está basado en personajes y hechos reales, si conoce alguno de estos tíos, o se siente identificado, disimule. Se ha dramatizado la historia, para que tuviera algún tipo de interés. Juro que ninguno de los animales de esta historia, ha sufrido ningún daño, que sepamos.