Nada es lo que parece
El otro día tuve el honor de ser invitado a una fiesta sorpresa, en la que el homenajeado, cierto bloguero famoso, cuyo nombre no desvelaré, al que simplemente llamaré Piaggio, para mantener su anonimato, y además, porque no me da la gana de hacer promoción de su blog casposo, desde mi humilde paraíso blogueriano, fue realmente sorprendido. Se le quedó cara de Lunni, en una reunión de teletubis anónimos.
Siguiendo en mi línea de anécdotas, a las que ya os tengo ¿acostumbrados?, añadiré, que el tremendo parecido de este personaje de casi ficción, Piaggio, con sus guapísimas hermanas, me hacía errar continuamente, pues cada vez que alguna hacía acto de presencia en el local de reunión, yo, con mi habitual torpeza, rebuznaba: -“SORPRESAAAAAAAAA!!!”.
Anecdótico también, el nombre del lugar de encuentro, Bar Restauran “La Iglesia”…solo le falta la leyenda: Ideal para pecadores habituales, necesitados de una excusa razonable.
Ya me imagino a las sufridas esposas, cuando preguntan a sus respectivas causas perdidas favoritas: -“¿Me juras que irás a la iglesia, para pedir perdón divino, cariño?”, a lo que él contesta: -“todooooosh losh díaaaaaaash, vida bía, Buoooooooooooooorp!!!!...Abén”
Volviendo al tema principal de este post, fui afortunado, pues tuve el inmenso placer de conocer a una simpática pareja, cuyos nombres también mantendré en el anonimato, a los que llamaré simplemente: La simpática pareja, que para mi gozo y sorpresa, confesaron tímidamente, que se habían leído mi anecdótico y muy prescindible post titulado: El soplón, que como todo el mundo sabe, bueno, los 3 ó 4 que se lo han leído, narraba mi precoz y repugnante adicción a la nicotina, en formato pitillo, y la no menos repugnante traición, de mi precoz hermano Goku.
Descubrí con asombro, que la simpática pareja, no había dejado comentario alguno, y pensé que podía estar motivado por la vergüenza de que pudieran relacionarlos con semejante blogsura, y/o el miedo al consecuente rechazo social.
Al principio eran cordiales, aunque se mantenían a una distancia prudente, teniendo en cuenta los escasos 15 ó 20 m² del local, pero mi cada vez más preocupante y escasa materia gris, lejos de comprender lo que estaba pasando, decidió que debía arrinconarlos en una esquina, sin opción a fuga, y amenizarles la espera, con algunos de mis entrañables rollos primavera, y de paso, averiguar el motivo de su resistencia a comentar en mi decadente paraíso tropical. En eso estaba, cuando descubrí que tenían un hijo, que tenía la misma edad que tenía yo, cuando empecé a frecuentar sustancias, hoy día, perseguidas.
¡Claro!, de repente comprendí, temían que fuera una mala influencia para su inocente retoño, por lo que les propuse someterme voluntariamente a la prueba del polígrafo, oferta que por suerte declinaron, con la esperanza de poderlos convencer, de que la mayoría de las historias que cuento, apenas un 95%, están basadas en hechos reales, pero que un elevado 5%, era fruto de mi imaginación, vamos, que lo había dramatizado, fundamentalmente para evitar posibles altercados y/o querellas con los personajes implicados en dichas historias.
También traté de convencerlos, sin tanto éxito, de que me veía obligado a escribir cualquier cosa, pues inexplicablemente, por algún extraño fenómeno o conjuro informático, cada vez que lo hacía, el Betis salía beneficiado de alguna manera: pasando a octavos de final en la Champions…¿Cómo dices?, ¿qué no juega en la Champions?, no importa, pues en la copa del Rey, o en la Liga, o en el Mundial.
Después de tan agradable velada, reconfortados con mis muy destacables principios éticos y espirituales, llegaron a la conclusión de que era una persona aceptable, y que no era un peligro para la integridad moral de su hijo, pero se mantenían firmes en no escribir en un blog, y que ni por dinero iban a comentar en ningún post, y mucho menos en el mío, y lo defendieron con esta aplastante declaración: -“Si la peña quiere leer, que se compren un libro…”
P.D. A la simpática pareja: No me lo tengáis en cuenta...todo sea por el Betis. Un besote.